Billy es un chico de once años. Vive en el norte de Inglaterra. Corre el año 1984, año difícil para él y su familia. Su padre y hermano son mineros. La crisis del sector se agudiza tras convocar los obreros del sector una huelga que es un órdago, en todo regla, al gobierno de la época.
La situación económica de la familia es delicada. El padre y hermano de Billy se suman a la huelga. Para colmo de males, Billy es huérfano de madre, debe cuidar a su enferma abuela y esconder, ante los ojos de los demás, su pasión por el ballet.
Billy Eliot, película dirigida por Stephen Daldry en el año 2000 tiene sus defensores y detractores. No entraré en esta polémica. Traigo a colación esta película para analizar, en lo posible, una escena que contiene una reflexión importante en este tema, recurrente, de la educación de los hijos.
Billy ensaya ballet, a escondidas de su padre y hermano, con su profesora, la señora Wilkinson. En uno de los descansos, en uno de los duros días de trabajo, ambos se toman un pequeño descanso. Sale a relucir una carta que la madre de Billy escribió a su hijo para que éste la leyera a los 18 años. Sin embargo, ya la ha leído muchas veces y se la sabe de memoria. Billy accede a que su profesora la lea en voz alta.
Querido Billy,
Ahora te pareceré un recuerdo lejano, lo cual creo que es buena señal. Habrá pasado mucho tiempo, y yo no te habré visto crecer, ni llorar ni reír, ni gritar… Y no habré podido regañarte. Pero por favor, debes saber que he estado a tu lado, contigo, en todo momento; y que siempre lo estaré. Estoy orgullosa de haberte conocido, orgullosa de que hayas sido mío. No dejes de ser tu mismo. Siempre te querré.
Mamá
Hasta aquí la escena podría ser catalogada como una escena más que trata este tipo de situaciones. Sin embargo, el broche viene justo después cuando una impresionada –por la lectura- señora Wilkinson sólo acierta a decir: Tu madre debió de ser una mujer muy especial. La respuesta de Billy es demoledora: No. Sólo era mi madre.
Como su padre es sólo su padre. Aquel que no comprende los gustos de su hijo pero que será capaz de sacrificarse por él para que pueda estudiar danza. Soportará ser llamado esquirol con tal de poder llevar dinero a casa para que su hijo cumpla su sueño.
La asignatura de Educación para la ciudadanía –hoy se ha anunciado su derogación próxima- ha generado infinitud de polémicas. El motivo es claro. La educación corresponde a los padres y no al Estado.
Un Estado no escribe cartas a los ciudadanos como la que hemos leído en párrafos anteriores. Eso sólo lo hace madre. Un Estado no pierde su reputación para con sus ciudadanos. Eso sólo lo hace un padre.
Las leyes deben dejar a los padres cumplir con su papel.
Muy acertado. Espero que todos lo lean y lo entiendan.
ResponderEliminarAunque a algunos seguro que les escocerá:
http://www.youtube.com/watch?v=L-QbzfztbIk