Son
numerosos los post que tratan sobre las semejanzas –no casuales sino totalmente
causales- entre el doctor House y Sherlock Holmes.
Ambos
investigan si bien el objeto de investigación difiere en algo secundario: uno
investiga enfermedades y el otro asesinatos. Dos investigadores que se llaman
de la misma manera: House versus Holmes.
Son
misántropos. Esto les lleva a tener un solo amigo verdadero: Wilson y Watson.
Los apellidos citados tiene un cierto parecido fonético para colmo. Los dos son
drogodependientes. House ingiere Vicodin. Holmes, que es de otra época,
prefiere la cocaína.
Uno
mata su soledad tocando el piano. Holmes, más refinado, aporrea su violín.
Ambos lo hacen en su domicilio. Es el mismo para los dos: 221B. O quizás tocar
instrumentos sea la única manera que ambos tienen de sublimar su carencia
absoluta de escrúpulos a la hora de solucionar un caso o una enfermedad. Los dos usan un estribillo a modo de mantra: Todos los enfermos mienten o Elemental, mi querido Watson.
En
definitiva, son seres odiosos, solitarios e irremediablemente geniales. Por
eso, se les respeta y se les tiene admiración. Están destinados a la gloria y
al desamparo más absoluto.
Sin
embargo, y más allá de esas coincidencias conocidas por todos, creo que no se
ha hecho justicia a ninguno de los dos personajes porque nunca se ha ido más
allá de lo meramente anecdótico: esas similitudes descritas, que son seres
insoportables y que todos, en nuestro fuero interno -como diría algún psicólogo
postmoderno- quisiéramos ser como ellos.
House
y Holmes, a su estilo y con sus manías, buscan la verdad por encima de todas
las cosas. La buscaron con ahinco también los primeros filósofos. Y eso siempre
tiene un precio: la incomprensión.
Por eso
la filosofía se desvirtuó a si misma hasta llegar a lo fragmentario y ridículo por
el triste afán de gustar a todos. Si te comprenden, la vida se hace más fácil.
Sin
embargo, si no te comprenden, porque buscas la verdad por encima de todo, no
gustarás a casi nadie pero la vida se hará, sin duda, más divertida y atrayente.
Holmes y House están solos pero no se aburren. Nunca.
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