F. Nietzsche escribió: La madurez del hombre es haber vuelto a encontrar la seriedad con que jugaba
cuando era niño.
El laicismo absurdo o, para no entrar en la polémica que genera la utilización de cualquier adjetivo –en este caso, absurdo- la ignorancia sobre los contenidos doctrinales del cristianismo lleva a situaciones de pobreza intelectual que impiden entender la riqueza cultural del Museo del Prado, por ejemplo, o el significado final de la filosofía de Nietzsche, o el mensaje que subyace en Demian de Herman Hesse.
Simplifiquemos
la explicación de estas afirmaciones. ¿Como entender La Anunciación de El
Greco sin un mínimo de formación religiosa? ¿Cómo aprehender la filosofía
de Nietzsche sin atisbar que es una fotografía, en negativo, de la fe
cristiana? ¿Cómo entender la riqueza de un autor como Hesse y su Demian
si se desconoce la enseñanza final del drama de Caín y Abel?
Seguimos
en este Post analizando esta obra de Herman Hesse considerando,
en esta ocasión, la relación entre esta obra y la propuesta filosófica de F.
Nietzsche. Por este motivo, se hacía necesaria la parrafada anterior.
La
irrupción de Demian en la vida de Emil Sinclair supone, para
éste, una ruptura absoluta de lo que, hasta entonces, vivenciaba como seguro y
cierto: el mundo luminoso creado en el entorno familiar.
Demian
le hace patente una nueva posibilidad de entender la realidad removiendo los
pilares más sólidos del joven Sinclair: sus creencias religiosas. La
explicación de Demian sobre la figura de Caín solivianta hasta
tal punto a Emil que ya no será el mismo.
Volvamos
al inicio de estas líneas. El lector poco formado no podrá entrever en ese
pasaje, en toda la obra, la hondura de la propuesta de Hesse. Su mundo
luminoso, su mundo oscuro, no es más que una propuesta literaria de la transmutación
de los valores de F. Nietzsche.
Demian,
como encarnación de la moral de señores nietzscheana. Emil Sinclair,
el joven atormentado que sufre la alienación de la moral de esclavos,
propia de los cristianos según Nietzsche.
Emil
Sinclair es el camello que lleva una carga pesada impuesta, carga que no es
otra que esa moral de esclavos que le anula como individualidad. Demian,
es el niño. El único capaz de vivir la vida como un juego. Un juego que hace
depender la realidad del propio querer de la voluntad. Nuevamente, Hesse
utiliza elementos de la filosofía nietzscheana -la transformación del espíritu-
para encuadrar a sus personajes.
Demian,
como intento de superhombre. Demian como personaje que no quiere un objeto sino
que quiere su propio querer: la voluntad de poder. Demian, es descrito en la
novela de Hesse, como un ser libre, sin ataduras, altivo y, en consecuencia, solitario
pues ese el precio a pagar.
Sin
embargo, no es Demian un intento narrativo de las tesis de Nietzsche
como no lo es de las tesis de Jung. Seguiremos, en otro Post, con esta explicación
debida.
Muy interesante, precisamente acabo de leer Demián y continuo la lectura de Así hablo Zaratustra. Y es la similitud que encontré. Gracias por la explicación.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario. Saludos y buena lectura.
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