Me alegra
enormemente el éxito divulgador de Fernando Alberca con el que tuve la suerte
de formarme, y aprender de él, hace ya unos cuantos años, en esta tarea educativa
de la formación de los hijos y de los alumnos.
Si ya
alcanzó el éxito editorial con Todos los niños pueden ser Einstein, sin duda,
el reciente premio Hoy de Ensayo, con Nuestra mente maravillosa, hará que su
obra –tiene mucho que decir sobre educación y optimismo en estos tiempos de crisis-
sea aún más conocida por todos.
Habrá
que esperar a finales de este marzo para poder leer su nueva propuesta. Sin embargo,
no me resisto a comentar, con brevedad, unas frases que he sacado de sus declaraciones
en los diversos medios de comunicación, en estos últimos días. Comentarios
personales que, quizás, se alejen de la propuesta del profesor Alberca
aunque, a bien seguro, conociendo su persona y su obra, no supondrán una
contradicción con su filosofía.
El
ser humano puede ser mucho más feliz de lo que imagina con lo que tiene, no con
lo que desea tener
En muchas
ocasiones he escrito sobre el peligro de alimentar sueños irreales en los hijos,
en los alumnos o en las personas que nos rodean. Esto ocurre en demasiados casos
y no por mala voluntad.
Pensamos
que la mejor muestra de cariño es alimentar cualquier sueño de las personas que
dependen de nosotros de alguna manera. Craso error pues no siempre los sueños
pueden cumplirse. Los sueños deben guardar una cierta relación causal con nuestras
posibilidades. Así, evitaremos frustraciones y sufrimientos innecesarios.
Creo
que el profesor Alberca va más allá poniendo cimientos firmes en esta relación
esencial entre felicidad y realidad.
Los
deseos son futuribles y la felicidad se da en presente. Por eso, no hay más remedio
que aprender a ser feliz con lo que se tiene y no con lo que estar por llegar. Por
este motivo, traigo a colación la siguiente frase rescatada de sus intervenciones.
La
clave de felicidad está en buscar lo extraordinario en lo ordinario
Porque
nuestras vidas son, afortunadamente, ordinarias. No podemos esperar a que ocurra
algo para que seamos felices o nuestras vidas estén llenas. La lógica, funciona
al contrario. Sólo sabiendo ver que en lo ordinario se encuentra la grandeza de
cualquier vida, podremos alcanzar la felicidad.
Esperemos
a leer Nuestra mente maravillosa de Fernando Alberca para concretar,
en la práctica, su propuesta.
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