El
mayor tesoro que puede ofrecer la vida es vivirla con libertad. El mayor
inconveniente para esa libertad es ser dependiente, de lo que sea, por
debilidad. Esto, que suscribiríamos, de entrada, todos, es el paradigma
existencial de Emil Sinclair.
No
sabe quién es y, por eso, sabe que nunca será libre. Es débil y, por ese
motivo, no se atreve a luchar por su auténtica libertad. Y esta situación da
lugar, en su desarrollo, a la trama, poco lineal, de Demian de Herman
Hesse: las continuas dependencias vitales de un débil y atormentado joven
que vuelca sus inseguridades personales en personajes como Demian, Pistorius,
Beatrice, Eva.
Y lo
que acrecienta aún más su propia situación vital de vacío existencial: cada
dependencia le hace sentir aún más desvalido pues, en definitiva, no son más
que salidas falsas que no terminan de arreglar su situación.
Hay
dos momentos claves en la narración de Hesse que sitúan el gran error
que comete Emil Sinclair a la hora de replantearse su vida, a saber: es
débil –por ese motivo es maltratado por el perverso Kromer- y, en
definitiva, en vez de luchar contra esa debilidad hierra en su análisis y
piensa que sus problemas se deben a la
excesiva dependencia que tiene de su entorno familiar.
Aquí,
es clave señalar lo siguiente: el entorno familiar representa el bien, lo
luminoso, lo acogedor. Señalemos ya, de entrada, que este el gran error de Sinclair:
la dependencia del bien no es dependencia sino auténtica libertad y
autoconocimiento verdadero.
Estos
dos momentos claves son las explicaciones que hace Demian a Emil
sobre las figuras de Caín y el buen ladrón. Resumiéndolas, Caín
es el verdadero hombre, libre de
ataduras al abrazar el mal; el buen ladrón es el hombre débil que se
arrepiente de sus malas obras. Pobre Emil Sinclair. Mucho Abraxas
y dualidades y, al final, termina dependiendo del mal como salida a sus
desazones interiores.
Esta
es la esencia de nuestro personaje: todo lo demás, influencias de Jung,
de Nietzsche y del gnosticismo, no son más que artificios narrativos
que dan a Demian su poder de cautivar a cientos de jóvenes tan perdidos,
en sus vidas, como Emil Sinclair.
Lastima
que todos los que se acercan a Hesse, no conozcan la obra de Alasdair
C. MacIntyre, Animales racionales y dependientes. Lo que nos hace ser
libres y lo que nos permite llevar una vida plena es nuestra vulnerabilidad. Así
somos. El secreto es acompañar nuestra debilidad de personas buenas.
Emil
Sinclair quería abrazar una estrella. Esa estrella es su buen corazón porque,
en definitiva, la mejor definición de este personaje es la gran inteligencia de
su corazón. Su problema es su salida equivocada: Abraxas.
Pero
confiemos en esa inteligencia del bien, del corazón. Tarde o temprano, Emil
Sinclair, todos los Emil Sinclair que dan tumbos por la vida y por el
mundo, descubrirá que la dependencia volcada en el bien es la auténtica libertad.
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