De
Platón aprendí que lo cómodo es conformarse con las apariencias.
De
Aristóteles aprendí que todos buscamos la felicidad y que ésta no puede
separarse de lo que nos hace humanos.
De
San Agustín aprendí que un corazón inquieto es capaz de buscar la verdad sin
descanso.
De
Santo Tomás aprendí que los efectos encierran anhelos de eternidad.
De
Descartes aprendí que el pensamiento nos constituye como únicos.
De
Hume aprendí que los sentimientos aparecen cuando menos lo esperas.
De
Locke aprendí que la separación de poderes es la esencia de la democracia.
De Kant
aprendí que el hombre es un fin en sí mismo.
De
Rousseau aprendí que el hombre es bueno por naturaleza.
De Marx
aprendí que las condiciones materiales de la existencia no deben despreciarse.
De
Nietzsche aprendí que la vida necesita ser vivida.
De
Wittgenstein aprendí que el lenguaje es un juego que se juega para saber que no
estamos solos.
¿Para
qué filósofos? ¿Para qué la filosofía? Ya está respondido.
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