La
obra teatral de Agatha Christie, Testigo de cargo, fue llevada al cine,
con gran maestría, por Billy Wilder en 1957. El amante del buen cine podrá
encontrar en esta película, por la que no pasa el tiempo, interpretaciones
soberbias –Charles Laughton, Tyrone Power, Marlene Dietrich- escenas judiciales
con un guión medido para generar el suspense, un uso sofisticado del flashback
y un final, del que no puede hablarse, que sigue asombrando por su genialidad.
El
salto cinematográfico que va desde Con faldas a lo loco, 1959, a Testigo
de cargo, demuestran la calidad de este polémico director de cine, Billy
Wilder, americano de origen austriaco, fallecido en Estados Unidos en el año
2002.
https://www.youtube.com/watch?v=FSDgi-6zcsI
Un
testigo de cargo, en un juicio, es aquella persona que declara en contra del
acusado. Esta declaración es tomada como prueba acusatoria por el fiscal. En
los juicios de Núremberg, por ejemplo, este tipo de testimonios fueron moneda
de cambio para que algunos acusados pudieran disfrutar de ciertos beneficios
fiscales.
En
nuestra propuesta cinematográfica, la trama encontrará su cierre magistral en
el uso y abuso de esta figura jurídica. Si el testigo de cargo, obligado a
decir la verdad, miente, conseguirá lo contrario de lo que, en principio,
pretendía. De la acusación a la absolución, en ocasiones, hay un paso muy
pequeño.
Prescindiendo
de legalidades jurídicas, da la impresión de que nuestra actualidad
política-judicial –a este ritmo se van a convertir en palabras sinónimas- está
creando una simbiosis perfecta entre la figura del testigo de cargo y el
imputado. El imputado acusa y, al mismo tiempo, es el testigo de los hechos que
ofrece como acusación.
Si
Billy Wilder se hubiera inspirado en nuestra coyuntura política en lugar de en
nuestra autora del crimen, Testigo de cargo no hubiera sido un éxito. Más bien
un fracaso. No hubiera sido posible crear un guión magistral porque cuando se
dan esas circunstancias –insistimos, testigo de cargo e imputado son la misma
persona- queda claro que el guión lo está escribiendo otra persona u otra
instancia distinta.
Ésta
es la cuestión clave a esclarecer.
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