Después de un brillante trabajo de dirección en El club de la buena estrella, Wayne Wang se consagra como director con este drama humano que es Smoke. Una película brillante, atrevida, alejada de los prototipos de largometrajes de la década de los noventa caracterizados todos por una apuesta narrativa basada en la acción y en la estética de la velocidad.
Smoke es una película que recupera la vieja tradición de contar historias. Buenas historias que sólo necesitan ser escuchadas sin necesidad de ser vistas. Pero Wayne Wang tiene el atrevimiento y el acierto de montar, con esas historias, una película que no aburre y que involucra al espectador desde el principio.
Esto no es fácil. En Smoke, al mismo tiempo que no se para de fumar, no se para de hablar. Los personajes cuentan sus vidas. La acción es mínima. Sin embargo, quien ve la película pone la acción que falta porque se sabe parte de esas historias. Esto se consigue con una puesta en escena realista. La cámara capta lo que ocurre, sin más artificios creativos. Todo es tan real como la vida misma.
Los actores están magistrales. Wayne abusa de los primeros planos , con lo que se hace más patente que lo que se cuenta vale más que lo que ocurre, y no es fácil para cualquier actor interpretar con una cámara que persigue cada gesto que se expresa.
El ritmo de la película es sosegado. No hay prisas. Hablar necesita de alguien que escuche y tiempo para hacerlo. El espectador se sumerge en ese tempo sin incomodidad y saboreando cada detalle. Como ese humo de un cigarrillo, que no se puede atrapar porque desaparece, así surgen las palabras, después de una larga calada, que desaparecen para dar lugar a otras nuevas; pero no se pierden. Quedan en las otras personas para formar parte de sus vidas. Quedan en el espectador al que Wayne sabe llevar de la mano en todo momento.
Una película de estas características necesita un buen guión. De no ser así, no sería soportable. Paul Auster borda su trabajo como guionista. Basa su guión en un relato corto, propio, que escribió para el The New York Times en 1990: Cuento de Navidad de Auggie Wren. Y es un buen guión porque define a la perfección a los personajes, sabe pasar de lo reflexivo a lo cómico expresado con inteligencia, hace de lo cotidiano algo hermoso y digno de ser contado.
¿Cuánto pesa el humo de un cigarro? Smoke ofrece la solución a tan curiosa pregunta. ¿Qué es una persona? Sumergirse en Smoke da pistas suficientes sobre esta cuestión tan propia de la filosofía.
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