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martes, 19 de junio de 2012

Mi ordenador, ¿me vuelve más inteligente?

El cerebro es plástico. Sus conexiones neuronales poseen una gran plasticidad. Esta plasticidad no se limita a su corteza somatosensorial. Es generalizada. ¿Qué significa todo esto? ¿Cómo se relaciona esta realidad con el uso de las Nuevas Tecnologías?

Está cuestión es vital para comprender de qué manera nos influyen, en nuestro proceso de aprender, las nuevas herramientas informáticas. ¿Sólo influyen en el aprendizaje?

Intentemos explica, de manera gráfica, esta cuestión de la plasticidad y qué ventajas e inconvenientes posee.

Imaginemos que nunca hemos usado en abrelatas. Lo manipulamos y manipulamos hasta que damos con la manera exacta de utilizarlo. De manera rápida, el cerebro ha creado unas conexiones neuronales nuevas que dan sustento y cobijo a ese nuevo aprendizaje y, además, lo posibilita. Esto es la plasticidad. Fácilmente, transitamos nuevas vías neuronales. Esa es la ventaja.

Sin embargo, esa misma plasticidad hará que, con su uso, se cierren otras vías posibles para abrir la dichosa lata. Digamos que el cerebro, acostumbrado a usar el abrelatas no será capaz de encontrar con facilidad otras alternativas. Es la desventaja. (Rutina cognitiva)

Simplificando la cuestión. El cerebro es un entramado de conexiones al modo de autopistas. Fácilmente, una de ellas se abre paso para alguna cuestión; pero, si sólo usamos esa, las demás dejan de ser rentables y se cerraran al paso.


¿Por qué solemos hacer siempre lo mismo al levantarnos? ¿Por qué siempre realizamos el mismo recorrido para ir a tal sitio? ¿Por qué evito a tal persona? Conexiones y más conexiones que se han hecho rutinarias en nuestras vidas.

Hasta aquí esta somera y sencilla explicación de la plasticidad. Pero conviene apuntar, a continuación, la cuestión esencial:

No sólo aprendemos a usar el abrelatas. El uso del abrelatas modifica nuestro cerebro; conforma, en cierta manera, su estructura y funcionamiento. Fortalece ciertos circuitos neuronales pero, al mismo tiempo, debilita otros. Y, así, con todo. Nada es indiferente, para bien o para mal, en nuestro cerebro. Tampoco, obviamente, las Nuevas Tecnologías.

En todo esto, no puedo dejar de hacer un guiño de reconocimiento a Vigotsky. Ya vio todo esto el siglo pasado.

En un Post anterior, comenté las tres posibilidades argumentativas que se esgrimen a la hora de aclarar como afectan las Nuevas Tecnologías a nuestro cerebro.

Las tesis instrumentalistas sostienen que las herramientas que usamos –sea un martillo o Google- no influyen en nuestro cerebro. Craso error. La plasticidad desmiente esta posibilidad.

Las tesis deterministas sostienen lo contrario. Las herramientas que usamos –sea un sacapuntas o un teléfono móvil- modelan nuestra mente. Claramente, la plasticidad confirma esta opción. Sin embargo, quisiera hacer una aclaración.

Denominar determinismo a esta realidad es incorrecto. Las herramientas modifican el cerebro –eso es así- pero no nos determinan en una dirección de manera obligada. Puedo utilizar esa misma plasticidad en otra dirección.

Esta salvedad me parece importante. Si algo demuestra la plasticidad del cerebro es que no estamos determinados. Eso no es óbice para afirmar, con rotundidad, que las herramientas que usamos condicionan nuestro cerebro.

Y no hay herramienta tan sofisticada e influyente, para nuestra mente, como las Nuevas Tecnologías. ¿Cómo nos influyen, pues? Seguiremos.

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