Las
aportaciones de Kenn Robinson sobre la calidad de la enseñanza me parecen sumamente
sugerentes a la hora de reivindicar la necesaria introducción del aprendizaje cooperativo
en las aulas. Sin pretensión de exhaustividad y sin referirme a ningún país en
concreto, intentaré contextualizar el porqué de la afirmación anterior.
Las
reformas educativas se suelen centrar en dos aspectos: el económico –los niños
deben encontrar su lugar en la economía del siglo XXI- y cultural –los niños
deben tener un sentido de su identidad cultural- Sin embargo, estas tendencias
se ven fuertemente contrarestadas por la propia realidad actual:
-¿Cómo
preparar a los niños para una sociedad de la que no sabemos como marchará
económicamente ni la semana que viene?
-¿Cómo
apostamos por una búsqueda de identidad cultural si la globalización está
disolviendo los localismos identitarios?
En
definitiva, se pretende ganar el fututo haciendo lo que se hizo en el paso
produciendo una alienación masiva de los niños en el contexto educativo. El
paradigma educativo sigue siendo el heredado de la Revolución Industrial y de
los ideales de progreso científico de la Ilustración.
En
este sistema, subyace un modelo intelectual-cognitivo basado en los
razonamientos deductivos y en una pretendida habilidad académica. De este modo,
los niños quedan englobados en dos categorías: los académicos (inteligentes
para ese paradigma) y los no académicos (no inteligentes para ese paradigma)
Esa
alienación, anteriormente comentada, tiene un claro reflejo en los niños TDHA.
Curiosamente, la ciencia médica que los califica como tal bebe de las mismas
fuentes de ese paradigma educativo descrito.
Por
otro lado, la tendencia educativa se centra en la elevación de los estándares
educativos. Esto ocurre –tremenda contradicción- cuando tenemos a unos niños
que reciben la mayor cantidad de estímulos –en diversos formatos tecnológicos-
en toda la historia de la humanidad.
Los
estándares hacen que las clases sigan siendo tradicionales –en definitiva, no
se les enseña sino que se les prepara para superar exámenes- propiciando un
mayor aburrimiento de los alumnos; hasta tal punto ocurre esto que se les
penaliza porque si distraen de cosas aburridas (la clase) La
tendencia a elevar la estandarización corre paralela al aumento de los casos de
TDHA. Esto, lejos de ser un problema, evidencia que la supuesta epidemia no es
más que una epidemia ficticia.
Las
escuelas siguen funcionando como las fábricas –Revolución Industrial- no sólo
en el toque de timbres, separación por edades, actividades rutinarias, sino
porque se apuesta por dormir los sentidos ya que es necesario –para superar esa
estandarización- incrementar el pensamiento convergente en detrimento del
divergente.
Sin
embargo, es un hecho demostrado que los niños –bien pequeños- poseen una alta
capacidad en pensamiento divergente. Esta capacidad se pierde con los años de
aprendizaje en las escuelas. Producimos, en serie, niños educados y nada
creativos.
Se
hace necesario superar esa vieja concepción que divide a los niños entre
académicos y no-académicos. Es urgente pensar diferente sobre la capacidad
humana de aprendizaje. La sociedad actual ha cambiado de paradigma pero aún no
lo ha hecho la escuela.
Una
manera de hacerlo es el trabajo cooperativo. La colaboración, en nuestra
sociedad actual, es la genuina fuente del conocimiento. ¿Hacemos algo hoy en día
sin estar interactuando con otros?
Alabo
los esfuerzos de muchos docentes por incorporar esta metodología
en las aulas. Hay mucho que debatir y perfeccionar –por ejemplo, es peligrosa
esta metodología si olvidamos que, en un futuro, el niño será evaluado con un examen
de Selectividad que está en las antípodas de nuestra era global y de las nuevas
maneras de aprender- pero, sin embargo, un efecto es evidente desde el primer día: el
niño dejará de bostezar en las aulas.
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