Aristóteles
tenía claro que todos los hombres queremos ser felices. La discusión debía
batirse en otro terreno ya que no todos los hombres, sin embargo, entendemos
por felicidad lo mismo.
Realizando
un sencillo análisis del hombre, Aristóteles sitúa nuestra peculiar característica
en la inteligencia (Alma intelectiva) Dado que esto es lo que nos diferencia de
todos los demás seres vivos, para el filósofo griego la felicidad tendría mucho
que ver con cultivar ese alma intelectiva. Aristóteles une, sin solución de
continuidad, la felicidad con la finalidad. Dicho en un lenguaje que pueda ser
entendido por todos: si quieres ser feliz cultiva tu mente.
Sin
embargo, no siempre hacemos lo que la inteligencia nos dicta. Esto lo
comprobamos todas las mañanas cuando suena el despertador. Quien no piensa,
aunque sea durante un instante, que que bueno sería quedarse en la cama unos
minutos más. Quizás eso no tenga importancia pero es evidente que una vida
puede malograrse si no tenemos una voluntad fuerte.
Aristóteles
introduce aquí la necesidad de la virtud para conseguir el deseado equilibrio. Siguiendo
con el ejemplo. Sólo conseguiré levantarme a la primera si repito continuamente
ese acto. Llegará el momento en que dicha acción esté interiorizada de tal
manera en mi vida –a base de repetición y repetición- que será para mí un hábito
arraigado y permanente.
Y lo
que es más importante. Pasado el mal trago del madrugón, nos sentiremos felices
porque puede más nuestra voluntad que la pereza. Y es en este punto del
discurso de nuestro filósofo donde quisiera detenerme.
La
motivación –ese querer levantarme puntual- se activa una vez que lo he conseguido
y nunca antes. Sin embargo, esta sociedad psicologista se empeña –que gran
error- en convencernos de lo contrario. Hay que motivar antes para conseguir
que alguien haga algo después.
El
resultado de esto, a lo largo de décadas de insistir en lo mismo, es dramático.
Niños blandos que no hacen nada porque ya nada les motiva. Adultos
infantilizados que sólo hacen las cosas si ganan algo a cambio.
¿Queremos
motivar? Si no hay algún tipo de problema médico, dejemos que la naturaleza actúe
por sí misma. Se motiva sola.
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