Acabo
de terminar de leer Ajedrez y ciencia, pasiones mezcladas de Leontxo
García.
A
los que somos amantes del ajedrez, nos es fácil transitar, mentalmente, por las
partidas de genios como Bobby Fisher, Anatoli Kárpov o Garry Kaspárov; al mismo
tiempo, nos resulta igual de fácil asociar el ajedrez a las enseñanzas del
maestro García.
Parafraseando
a Jung, podríamos afirmar que los ajedrecistas tenemos un inconsciente
colectivo particular en el que el tablero es la vida; las piezas, los jugadores
y Leontxo, la voz de todo lo que ocurre en las sesenta y cuatro casillas.
He
disfrutado, lógicamente, con la lectura y con la estructura del libro. En tres
capítulos y 359 páginas, se desgranan pasajes inolvidables y datos relevantes
que evidencian las características especiales de este “juego” tan difícil de
catalogar: ¿Deporte? ¿Ciencia? ¿Arte? Indico algunos interrogantes sugerentes.
Los
misterios del ajedrez ¿Por qué juegan las mujeres peor? Un interrogante
atrevido y mediático. Pero no se asuste el lector. Los comentarios de Leontxo
García van por otros derroteros. Curioso es, apuntar, que hayan sido las
propias jugadoras las que reivindiquen competiciones de ajedrez separadas por
sexos.
Ver
con la mente Ajedrez a ciegas: Memoria fotográfica frente a memoria lógica.
O introducirse, de paso, en el fabuloso mundo del ajedrez para invidentes.
¿Es
el ajedrez un deporte? Y, como hace Leontxo, para responder a esta típica
cuestión, podríamos contestar con dos preguntas: ¿Jugaría Messi igual de bien
al fútbol con otro cerebro? ¿Podemos separar la mente del cuerpo y hablar de
deportes físicos y otros que no lo son?
Algunos
locos adorables Donde se desmitifica esa idea –falsa- que asocia ajedrez a
personajes un tanto curiosos, al menos, y relatándose, al mismo tiempo,
anécdotas estrambóticas que jalonaron la vida de Bobby Fisher.
Un
capítulo entero, El ajedrez enseña a pensar, dedicado a profundizar en
los beneficios cognitivos del ajedrez y su utilización como terapia, no sólo
cognitiva, sino también social. Las iniciativas tomadas en la reinserción de
presos, usando el ajedrez como herramienta, son encomiables. ¿Para cuándo el ajedrez en las aulas, querido profesor García?
Chips
y neuronas, más de dos siglos de jaque, capítulo en el que se realiza un
viaje apasionante sobre el ajedrez como campo de investigación de la
inteligencia artificial. Los pasajes dedicados a relatar los enfrentamientos
entre Garry Kaspárov y Deep Blue están narrados con la maestría propia de un
director de cine de suspense.
Recomiendo
la lectura de este Ajedrez y ciencia, pasiones mezcladas aunque el
trabajo de Leontxo García se divulgue por sí solo.
No
obstante, sólo señalaría una matización a su trabajo; matiz que me surge tras
leer ciertos presagios negativos que se vislumbran en el mundo del ajedrez. Los
avances técnicos informáticos puede que evidencien, con el tiempo, que el
ajedrez sea predecible. Quizás, el jugador de blancas nunca pueda perder. Es
cuestión de jugar con la precisión de un ordenador infalible. Por otro lado,
ese mismo progreso informático puede ser usado, de manera vergonzosa, para
hacer trampas en una competición.
Y,
aquí, lo que hecho en falta. La mayoría de las personas que nos acercamos a un
tablero de ajedrez, lo hacemos porque nos resulta vital. Y dejaría de ser vital
si echáramos mano de un ordenador o de las trampas para ganar. Lo que hace
grande al ajedrez es jugarlo. Ajedrez y vida, pasiones mezcladas.
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