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domingo, 21 de julio de 2013

The Queen o el silencio como enemigo de la transparencia

Existen numerosas críticas sobre esta película británica dirigida, en el año 2006, por Stephen Frears. El marco de arranque es sumamente sugerente. Un Tony Blair recién llegado al gobierno británico, la muerte de la princesa Diana y la actitud de una reina, Isabel, que alejada de su pueblo en Balmoral, decide guardar silencio, como respuesta, ante el eco mediático de conmoción colectiva que la muerte de la princesa del pueblo está causando en su país y en el mundo entero.

The Queen ofrece numerosas lecturas. Creo que esta cinta no sería tal sin la magnífica actuación de Helen Mirren, en el papel de la reina Isabel, el guión magistral de Peter Morgan o el trabajo sólido, por primera vez, de Stephen Frears.
 
Sugerente es mostrar la separación de dos mundos, condenados, a priori, a chocar entre ellos, con el uso de diferentes planos de cámara, paisajes, ambientación y diálogos: el de Tony Blair, moderno y con futuro; el de la reina, pasado y sin expectativas. Y digo a priori por que la cinta relata, con honestidad, el giro de esos dos paradigmas para confluir en una alianza pragmática –muy british- al menos.
 
Pero el objeto de esta entrada no es realizar una reseña más de esta película. Quisiera analizar sólo una escena  que me parece un resumen magnífico no sólo de la película sino de la enseñanza política que podemos obtener de la misma. La escena tiene lugar al inicio de la cinta.
 

La reina Isabel está siendo retratada. El lienzo, la refleja de perfil. Típica imagen que indica que uno es mirado, observado, adulado, o lo que se quiera añadir pero, que en todo caso indica, también, que el observado no mira a los demás y que se mantiene al margen. Mientras es retratada, la reina mira la televisión. Informan sobre Tony Blair que ha acudido a votar en compañía de su familia.

Terminado el retrato, la cámara toma un primer plano del rostro de la reina. La quietud del semblante parece reflejarnos el lienzo. Pero no es así. El rostro de la reina se gira y mira directamente a la cámara. El rostro de perfil se gira para dejar de ser mirado y dedicarse a mirar.

La sociedad de la transparencia, nuestra sociedad, no entiende esa posición de perfil ajena a lo que ocurre. Mantenerse en esa actitud –en el caso de la reina, ese guardar silencio sobre la muerte de Diana- es interpretado como sospechoso. El que no habla es porque algo esconde. Las nuevas tecnologías no han hecho sino aumentar esa sensación.

Mantenerse de perfil es no hablar, no dar la cara. La sociedad, desconectará de esos personajes para ponerlos en duda. Especialmente, si son responsables políticos. La estrategia del silencio y esperar a que escampe ya no es válida. Hay que mirar a la cámara de frente, dejarse preguntar y hablar. La reina lo supo hace muchos años.

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