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domingo, 12 de febrero de 2012

Gran Torino o educar en el esfuerzo

Walt Kowalski, al igual que otros muchos personajes de célebres películas –como el Sheriff Ed Tom Bell en No es país para viejos- está fuera de sitio. No comprende el mundo que le ha tocado vivir en su vejez. Viudo, alejado de sus hijos y viviendo en un barrio dominado por inmigrantes hmong y diversas bandas callejeras, mata los días bebiendo cerveza, conversando con su perra Daisy y cuidando su Gran Torino del 72.

Está resentido con la vida o, quizás, consigo mismo. Veterano de la guerra de Corea rumia su amargura: la de haber tomado decisiones dramáticas en una situación dramática como es una guerra.

Thao, adolescente perdido porque no sabe quién es ni lo que quiere, es vecino de Kowalski. Debido a su poca personalidad y a la presión de una pandilla de delincuentes, de las que forman parte familiares suyos, termina optando por robar el Gran Torino de Kowalski para formar parte del grupo acosador y dejar así de sufrir sus presiones.

Es sorprendido por Kowalski en su vano intento de robarle su preciado coche. La familia de Thao –su madre y hermana- piden a Kowalski que Thao le sirva durante un tiempo para así pagar su culpa. Kowalski, accede.

Clint Eastwood dirige, produce y protagoniza Gran Torino -2008- una historia magistral sobre la necesidad de redención que necesita todo ser humano.  Sin embargo, en estas líneas, quisiera centrarme en la relación que Kowalski mantiene con Thao: creo que la misma es un buen ejemplo para analizar esa necesaria formación en el esfuerzo, que tanto se pregona, como necesidad urgente en la formación de nuestros jóvenes y adolescentes.

Puede que Kowalski esté acabado; sin embargo, tiene mucho que aportar a ese joven desituado que, debido a las circunstancias, ha caído bajo su protección. Lo tiene claro: hará trabajar a Thao sin descanso y sin especiales miramientos, aparentemente. Y consigue el éxito que tiene que ser, siempre, por partida doble: -consigue que el chaval despegue; que se afiance su personalidad; -consigue que el chaval lo respete y lo aprecie.

¿Qué cualidades tiene Kowalski como educador?

-En primer lugar, educa como es y como quién es; es decir, no cambia su personalidad ni endulza su carácter para educar al joven. Es rudo en su forma de ser y así lo será con Thao. No se prodiga en detalles y no siente compasión cuando exige a Thao que trabaje de la noche al día. Y, no por ello, está exenta su acción de buen corazón. Busca al chico un trabajo y le ayuda en sus relaciones sentimentales.

-En segundo lugar, mantiene las distancias. El rudo Kowalski se encariña con el joven pero no por eso tiene ningún deseo de ser un colega más de él. Kowalski tiene claro que sólo desde su situación podrá ser eficaz en su tarea. Hacerse igual a Thao le haría perder toda credibilidad. No pretende caer bien. No es un colega ni va de colega.

-Ayuda sin sustituir a Thao en lo que éste pueda hacer por sí solo. Le compra herramientas para su trabajo; sin embargo, le deja claro que ya se las pagará cuando cobre su primera paga. La vida ha enseñado a Kowalski que solo se valora lo que se adquiere con esfuerzo.



Muchos más ejemplos se podrían glosar. Invito a volver a ver la película bajo esta clave educativa esbozada en este breve comentario. La pedagogía del esfuerzo no consiste en hacer la tarea imposible. Más bien la lógica funciona al contrario.

Significa hacer posible lo que para un joven es difícil dándole las herramientas necesarias, pero nunca supliéndole a la hora de hacerlas, y haciéndole asumir las responsabilidades que la misma tarea acarree.

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