Sin hacer
caricatura ni demagogia. Esto es a lo que está acostumbrado un joven o adolescente
en nuestra cultura española occidental. Quiero escuchar música, me la descargo y
gratis. Quiero ver una película, la veo online y gratis. Quiero tener ciertos estudios,
busco la beca correspondiente y gratis. Quiero viajar, carné de estudiante y más
barato. Y, así, un largo etcétera de ejemplos que se podrían brindar.
Obviamente,
los ejemplos esgrimidos no son equiparables. Tener una beca o descuentos por ser
estudiantes honra a una sociedad si los destinatarios de esas ayudas se lo merecen.
Cosa distinta es disfrutar de la creación estética sin tener en cuenta lo que es
un derecho de autor. Pero no es por aquí por donde quieren ir mis reflexiones.
Por un
motivo o por otro, los jóvenes se han ido acostumbrando –no los considero culpables
de esta situación- al gratis total por que sí. No es de extrañar, por tanto, que
los jóvenes sientan un desapego continuo y en crescendo sobre las cuestiones políticas
en la actualidad.
Si lo
que tengo me lo dan gratis, dejo de tener interés por quien me lo ofrece. Si lo
que tengo gratis, empiezan a quitármelo, mi desinterés se torna, además, reivindicativo.
El joven que se muestra pasota con respecto a las cuestiones políticas es el mismo
que se indigna cuando esas mismas cuestiones políticas le hacen perder su estatus
de comodidad.
Nuevamente,
no culpo a los jóvenes de estas reacciones pendulares. Entre otras cuestiones porque
las crisis suelen cebarse en los sectores más vulnerables: los jóvenes y los ancianos.
La cuestión,
en definitiva, merece una reflexión por elevación. Aprovechemos la crisis, cuando
salgamos de ella, para reorientar esta mentalidad del gratis total que lo único
que consigue es fabricar generaciones sin ningún afán de superación y de emprendimiento.
Pagar
por la música que escuchas o el cine que ves o el libro que lees nunca será comprensible
para un joven que, desde que tiene uso de razón, sabe que todo se lo han dado hecho.
Una persona siente la necesidad de superarse cuando experimenta las dificultades.
En una carta a Virginia Woolf,John Maynard Keynes profetizaba la muerte de Occidente: las nuevas generaciones quieren disfrutar de todas las ventajas que les ha proporcionado el mundo de sus padres, pero sin pagar ningún precio, como sería cultivar los valores en que se fundamentaba este mundo. Esta situación no puede durar; salta a la vista. @xiscaminart
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