Dos
no discuten si uno no quiere. Eso es cierto pero no arregla el problema. Al
final se discute porque el otro –el que quiere seguir discutiendo-suele ser
maniático de la última palabra y acabará por sacarnos de nuestras casillas.
Demos
por hecho que en las discusiones familiares, se produce la discusión porque las
relaciones están fundamentadas en el cariño. Por este motivo, muchas veces se
termina discutiendo con los hijos.
Discusiones
esporádicas, por tanto, y mientras no sean desproporcionadas, son buenas porque
son un cierto termómetro del cariño. Si se pasa, de manera absoluta de alguien,
es difícil que se dé la discusión.
El
problema se presenta cuando las prioridades para con los hijos son excesivas y,
por tanto, las ocasiones de discusión se elevarán de manera exponencial. Un número
exagerado de prioridades desemboca, fácilmente, en convertir éstas en
prohibiciones. Y con prohibiciones la discusión está servida y, además, no se
educa.
¿Qué
haga entonces un hijo lo que le dé la gana?
Tan
malo es un extremo como otro: prohibir todo o dejarle hacer cualquier cosa.
Deben existir normas claras, pocas y concisas. Todo lo demás es bueno que sea
consensuado. No se trata de que la familia sea una democracia –menuda estupidez-
pero tampoco se trata de convertir un hogar en una dictadura.
¿Y
si hay que discutir alguna vez?
No
pasará nada. No seamos hipermodernos. Si tu hijo llega borracho a las seis de
la mañana, discutir igual es hasta saludable. El problema es hacer de esa
discusión el tema único de conversación, en forma de reproches, en los días
siguientes o semanas. ¿Dónde queda educar, entonces?
¿Y
las discusiones en otros ámbitos?
Hay
expertos en soliviantar a los demás. Se puede optar por evitar a esas personas
pero no es siempre fácil: compañeros de trabajo, vecinos, familiares lejanos.
¿Qué se puede hacer ante estas relaciones tóxicas?
No
hay respuesta fácil aunque puede ser sugerente intentar lo siguiente: descubrir
qué cosas interesan a esa persona y preguntarle por ellas. No es mágico pero, a
la larga, da buenos resultados. En definitiva, si te interesas por alguien, ese
alguien te verá como cercano y querrá que estés cerca; por tanto, evitará
discutir para que no te alejes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario