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domingo, 15 de abril de 2012

Caerse en el peor momento y en el peor sitio

Wittgenstein formuló su visión del lenguaje como un juego. Cada cultura, cada sociedad tiene sus reglas como los diversos juegos tienen las suyas. Jugar a cualquier juego requiere conocer sus normas y respetarlas. Si no, no hay juego posible. Si no gusta un juego, hay otros. Pretender jugar con tus propias normas, sólo acarreará ser expulsado del mismo.

Algo parecido ocurre con el lenguaje. El lenguaje posee un conjunto de normas que nos posibilita comprender el mundo. Sin embargo, las situaciones en las que se da el lenguaje son diversas, como diversas y distintas son las culturas y las personas que lo emplean.

En cada situación, los hablantes utilizan reglas diferentes. Así, por ejemplo, comprender a una persona budista requerirá conocer su lenguaje. En sentido estricto, sólo siendo budista se comprenderá que es ser budista. La situación, mi situación, es la que da sentido a mi lenguaje.

Simplificando al máximo las Investigaciones filosóficas de nuestro filósofo, cuando hablamos no sólo exteriorizamos nuestro pensamiento. En cierta medida, hablo según mi estilo de vida. Pensamiento y lenguaje se retroalimentan.

Las nuevas tecnologías han elevado al infinito la importancia de la situación a la hora de enjuiciar lo que se expresa; tanto con palabras como con hechos. Un discurso oportuno puede propiciar la subida de las bolsas. Una caída inoportuna, el derrumbe de una institución.


¿Por qué? Afortunadamente, todos podemos opinar sobre la situación económica que nos agobia. Podemos discrepar sobre nuestra visión sobre ella. Si el gobierno lo hace bien o mal, si la oposición está a la altura o no de las circunstancias. Esto es lo de menos. Viva la libertad de cada uno para opinar como quiera.

Lo importante es la situación común creada. Todos estamos preocupados y todos podemos opinar de manera inmediata gracias a las nuevas maneras de comunicación que permiten herramientas como Twitter. La situación es de crisis galopante. Todo lo que hagan nuestros políticos –y no políticos pero que ostentan responsabilidades de Estado- será examinado bajo esta regla de lenguaje que es la crisis.

Olvidar esta situación –esta realidad dramática- de crisis y hablar o actuar de espaldas a ella es situarse fuera del contexto general de los ciudadanos. Irse a cazar con la que está cayendo es desconocer esta realidad, apartarse de ella y hacerse prescindible. Es estar jugando a un juego que nadie quiere jugar usando reglas propias distintas.

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