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domingo, 19 de agosto de 2012

En mi país desconocido. Hans Fallada


Thomas Mann criticó con dureza –e igual vehemencia- a los intelectuales alemanes que decidieron quedarse en la Alemania nazi. Denominar a esa realidad con el nombre de exilio interior fue para Thomas Mann una manera –por simplificar los argumentos- de justificar lo injustificable con una catalogación pseudoética.

El gran escritor alemán se equivoca pues las actitudes personales no pueden enjuiciarse recurriendo a una etiqueta que nivele a todas las personas sin tener en cuenta la intencionalidad –los fines- de sus acciones. 

Hans Fallada optó por el exilio interior. Desde el punto de vista creativo, tal decisión nos ha brindado –ahora que Fallada se ha puesto, de nuevo, de moda- una visión diferente del derrumbe moral, político y sociológico que supuso el nazismo para Alemania y los alemanes.

En mi país desconocido, creo que es un recorrido espeluznante sobre el deterioro ético de las relaciones humanas –entre las personas desconocidas que tenían que vivir sus vidas- en esta época nefasta de la historia.

 

En un régimen de terror, el soplón surge como mecanismo represivo y de pánico. Nadie se fía de nadie, La atmósfera  es, así, irrespirable. Los incautos como Fallada –nunca se planteó en su sana ingenuidad si tenía amigos judíos; no clasificaba a las personas- sufrió de manera indecible los zarpazos de los que querían, a toda costa, medrar en el régimen.

En un régimen dictatorial, la creación artística es peligrosa y debe ser censurada. Fallada libra una batalla interesante –nuevamente, ingenua- sobre esa realidad.

Sin duda –apuntémoslo por que la memoria no debe olvidar realidades- el holocausto judío fue la encarnación del mal, sin precedentes ni consecuente en la historia. En mi país desconocido, Fallada nos ofrece pinceladas –humanas, muy humanas- de decenas de miles de personas que sufrieron la brutal represión de sus vidas aunque no fueran, físicamente, eliminadas.

Estos tres temas me parecen los más conseguidos en la propuesta de este En mi país desconocido, escrito por Hans Fallada en 1944 cuando está encarcelado y destrozado vitalmente. Su vida no fue fácil. También fue un desconocido para sí mismo.

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