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viernes, 3 de agosto de 2012

En el nombre del Padre


La opinión pública puede ejercer una fuerte presión sobre los gobiernos; especialmente cuando estos se ven acorralados por situaciones límites. Una de ellas, sin duda, es la presión que, sobre las democracias, ejercen las bandas terroristas. 

Todo grupo terrorista sabe que su fuerza estriba en dos polos que deben activarse al unísono: el pánico entre la población y la debilidad de un gobierno ante ese pánico de los ciudadanos. Conseguido esto, el sistema o bien se regenera o cae en la corrupción como solución falsa. 

Quizás este sea el tema de fondo de esta gran película dirigida en el año 1993 por Jim Sheridan. 5 de octubre de 1974. Un brutal atentado del IRA en un pub londinense se salda con cinco muertos e infinidad de heridos. La presión social contra el gobierno británico es absoluta. La policía confunde el encontrar culpables con descubrir la verdad. La injusticia estará servida.

La trama de la película, su desenlace, es bien conocida por todos. Por eso, quisiera centrarme en la relación que Giuseppe mantiene con su hijo Gerry. Creo que es lo más conseguido de la propuesta cinematográfica de Sheridan.



Es superficial afirmar que Giuseppe es un gran hombre y su hijo Gerry un vulgar gamberro y que éste sea el motivo de la mala relación inicial entre ambos. La cuestión es más sencilla y profunda. Sí. Lo sencillo no sólo acerca la verdad sino que la hace interesante.

Ambas descripciones son ciertas pero no es ese el motivo de la distancia entre padre e hijo. Gerry sabe que su padre tiene razón. La humildad verdadera no es cobardía. Perdonar a aquellos que te persiguen es revolucionario. Gerry, rebelde sin causa, no soporta ver reflejada en la forma de ser de su padre la mentira de su vida. Por eso no puede convivir a su lado.

La situación carcelaria –recordemos que casi la familia en pleno es encarcelada injustamente- le hará comprender a Gerry que su padre es un gran hombre. ¿Cuál es la clave de este descubrimiento? ¿La calamidad familiar que les une? ¿Verse desesperado por estar en prisión? ¿El miedo? Nada  de eso. 

Simplemente -casi nada- su padre ha seguido siendo el mismo pese a las circunstancias. Esa es la gran enseñanza de Giuseppe como buen padre. En lo fundamental, creencias y virtudes, no se ha movido ni un ápice.

Las relaciones entre padres e hijos se vienen abajo cuando los padres, por contentar a sus hijos y suplir así otras carencias –principalmente la dedicación de tiempo- ceden en lo que no se debe ceder nunca: cómo debe vivir uno la vida con dignidad sin dejar que las circunstancias arruinen las creencias.

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