Los padres que
dejan que las amistades dependan totalmente del azar pueden poner en peligro a
sus hijos
Los educadores
deberían preparar a los jóvenes para llevar una vida caracterizada no sólo por
un buen trabajo sino también por el trabajo bien hecho
Las
afirmaciones son de Howard Gardner, extraídas de su propuesta
ética formulada en Las cinco mentes del futuro. Considero sumamente
sugerente que Gardner vincule la ética al trabajo bien hecho.
No
creo pretencioso dar un paso más. No hay que ser experto en nada para
vislumbrar que la cuestión de fondo de esta crisis es una cuestión ética o, más
bien, de ausencia de ella. La ética no es abstracta. Se traduce en actos
públicos y sociales – también en los privados pero estos son menos tangibles-
que deben ser, a parte de éticos, excelentes y atractivos.
El trabajo
bien hecho posee esas tres características: es excelente, ético y
atractivo. Profundizando en este tipo de trabajo, podremos llegar a una
propuesta ética esperanzadora.
El trabajo excelente sólo es posible si el que lo
realiza posee una mente disciplina (Ver Post sobre la mente
disciplinada)
El trabajo ético es un trabajo responsable, es
decir, quien lo realiza tiene en cuenta las consecuencias que para la sociedad
tienen sus actos.
Un trabajo es atractivo cuando es interesante y
valioso.
El papel
de los padres es esencial para afianzar en los hijos el amor por el trabajo ético.
El papel de la escuela es esencial para afianzar en los alumnos la ilusión vital
que proporciona un trabajo atractivo.
El
papel de los padres
¿Sabría enunciar tu hijo cuáles son los principios y valores que pretendéis transmitirles? Si responde con generalidades –ser bueno, un hombre de provecho- o enmudece, no hay coherencia ética en ese hogar. Los hijos crecerán sin sujeción.
¿Corriges a tus hijos? Si no hay principios objetivos a transmitir, la corrección se convierte en apagar fuegos. Así, no se educa.
El
papel de la escuela
Habría que preguntar a los profesores
¿Qué es lo bueno para los alumnos? Si lo bueno es lo útil y lo útil es, sólo,
aprobar las asignaturas, los alumnos buscarán la utilidad en algo que sea más inmediato.
Aprobar siempre les queda lejos. Eso no motiva.
Hay que aprovechar esa necesidad vital
del adolescente por lo inmediato para dotar al aprendizaje en las aulas de un uso
constructivo inmediato en sus vidas cotidianas. El reto no es fácil pero no nos
queda otra. Como sigamos pensando que la motivación es anterior al esfuerzo del
trabajo seguiremos dando palos al vacío.
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